Desde el momento en que somos concebidos, comenzamos a tener contacto con el estado emocional de nuestra madre. Los estados emocionales por los que transita nuestra madre, en el periodo de gestación son experimentados por el feto ¿Deseaba el embarazo? ¿Nuestra madre se sentía en un entorno seguro?¿Tenía apoyo de su pareja?¿Alguna circunstancia concreta le provocaba estrés? De este modo, el bebé ya se desarrolla con un tipo información relacionada con el entorno de la madre (rechazo, miedo, tristeza, inseguridad, alegría, amor).
Al nacer y hasta aproximadamente los 7-8 años, nuestro cerebro actúa por ondas delta, similar a un estado de hipnosis. La madre nutre física y emocionalmente, da calor, protege, por lo tanto, el bebé comienza a relacionarse y ver el mundo a través de la figura materna. Así que, las emociones que la madre experimenta, los mensajes que nos manda, del modo que seamos tratados (cariño, atención, indiferencia, sobreprotección), será crucial en nuestro futuro desarrollo como adultos. El mundo en nuestra primera infancia, lo vemos a través de nuestra madre y todas sus creencias, miedos y necesidades pasan a formar parte del inconsciente del bebe-niño.
La segunda infancia (a partir de los 7 años aproximadamente), se caracteriza por comenzar a romper el vínculo tan fuerte con la madre, pasando a generar importancia la figura del padre. En la segunda infancia el vínculo paterno es mayor, por lo que será de suma importancia para el futuro, como nos relacionemos con él y su estado emocional. La figura paterna es de suma importancia en el refuerzo de nuestra autoestima, enseña al niño a enfrentarse al mundo, afrontar retos, confrontar. De nuevo, tras el vínculo paterno habrá una transferencia de valores, creencias y miedos. Por lo tanto, a medida que crecemos el niño absorbe la información de la madre y el padre, contacta con la energía femenina y masculina. Esta información del sistema familiar será la que se manifieste en su vida adulta, nuestra visión de la vida, miedos, autoestima, creencias, necesidades, incluso la elección de la pareja se relaciona con la información de nuestro sistema familiar.
Para comprender nuestro presente, hay que volver al pasado y observarlo de modo objetivo, y de este modo, poder llegar al núcleo de la información que se manifiesta como adulto y que, nos genera bloqueos e interfiere en nuestro desarrollo personal. Solo comprendiendo la información de nuestro sistema familiar, tendremos conciencia de nuestros bloqueos emocionales, creencias limitantes, lealtades familiares o necesidades que se manifiestan en el presente, a modo de conflictos o estrés. La clave de nuestro patrón tanto conductual, como emocional, está en la infancia.
La Bioneuroemoción®, a través de los acompañamientos, se encarga de sacar a la luz esta información de un modo objetivo, donde los hechos prevalecen ante nuestra interpretación. El cliente, a medida que va siendo acompañado, comienza a generar una toma de consciencia sobre su información, la cual antes estaba en su inconsciente y va pasando a ser consciente. De este modo, obtiene un cambio de perspectiva sobre su conflicto y emociones. Ahora que la persona conoce sus emociones, creencias y valores, de donde vienen y para que se manifiestan, tiene un abanico de oportunidades que le brinda el autoconocimiento. Ahora, al romper su programación familiar, puede elegir como afrontar su vida desde la libertad emocional, no desde la visión del padre o la madre, sino desde su propia visión. El resultado de conocer nuestra información inconsciente de la infancia, se transforma en la libertad de ser tu mismo/a.