Comenzaré este apartando afirmando que, no experimentamos el presente, no respondemos o resolvemos conflictos de un modo ingenioso o aplicando un sistema novedoso según la situación, sino que volvemos al pasado una y otra vez debido a nuestros circuitos neuronales ¿Por qué repetimos conflictos? ¿Qué nos lleva a tener las mismas discusiones? ¿Por qué no hay cambios significativos en nuestras vidas?

Aunque resulte chocante, nuestra mente percibe y por lo tanto actúa, como una base de datos (inconsciente) repleta de experiencias pasadas, a través de la memoria. Ante una acción presente, nuestro cerebro toma información almacenada a lo largo de nuestra vida (y también de nuestros ancestros), por lo que ante cualquier situación que genere conflicto, nuestra mente nos llevará muy rápidamente (tanta es la velocidad que la mayoría de ocasiones ni lo percibimos) a experiencias pasadas similares, donde sintamos las mismas emociones (miedo, rechazo, tristeza, asco), para cotejar la información y decidir como actuar.

Nuestra experiencia de vida, sobretodo la infancia, será la que marque nuestras futuras decisiones, es decir, nuestra programación pasada es la que vamos a proyectar en el presente y futuro. Un buen ejemplo sería si desde pequeños, nuestros padres nos compararon con nuestros hermanos “Mira que aplicada es tu hermana y tú que desastre eres”. En esta frase el niño puede interpretar que, no es querido por sus padres por su conducta y que debe cambiar, para encajar en el sistema familiar y ganarse el amor de papa y mama. Esta información pasará a ser una creencia y un posible posicionamiento inconsciente, que le lleve en un futuro a ser sumamente complaciente en sus relaciones, para ser querido y aceptado. La persona no tendrá consciencia que ha ocultado su verdadera personalidad, su esencia, para ser valorado en su entorno. Sus relaciones siempre le mostraran su desvalorización, la cual tiene como núcleo la infancia.

En ocasiones, parte de la información almacenada en nuestra memoria, nos brinde buenas herramientas para afrontar diferentes situaciones en nuestra vida. Pero hay circunstancias donde nuestra información, inconsciente y consciente, influye negativamente en nuestras decisiones, limita nuestro desarrollo personal y genera conflictos en las relaciones interpersonales. Esta información se caracteriza por generar bloqueos, hacen que un conflicto se repita en numerosas ocasiones, cambia el lugar, las personas, pero la esencia del conflicto es la misma. Estamos en un círculo conductual y emocional, el cual genera desequilibrio, eleva nuestro nivel de estrés e incluso somatizamos.

Aquí entra en escena la función del acompañante y la Bioneuroemoción®, ya que uno de los objetivos principales es sacar a la luz la información que influye negativamente en la vida de la persona, para que tenga la oportunidad de comprender y tener la elección de modificarla, por otra coherente. Elegir quien quiere ser y como quiere ser en cada instante de su vida, creando un nuevo presente y nuevas conductas. El conocimiento de nuestra información heredada, nos aporta libertad emocional, coherencia en el momento de sentir, pensar y actuar. Cuando se da desequilibrio emocional,  indica falta de coherencia en nuestra vida.

Por lo tanto, el acompañante muestra a la persona, como la información que creía consciente, actuaba desde un nivel inconsciente, boicoteando y bloqueando ciertos aspectos de su vida. El cliente experimenta un giro a su percepción, con respecto a su conflicto, deja de buscar soluciones en la información pasada (heredada)  y comienza a experimentar desde su presente, desde su libertad, anteriormente vetada debido a su programación pasada. Para la persona que ha experimentado como actúa la Bioneuroemoción®, se abren una variante de opciones, para resolver y actuar de un modo equilibrado y libre, sin condicionamientos pasados.