El concepto de sombra, pertenece a un arquetipo de la psicología analítica, planteada por Carl Gustav Jung. Un arquetipo es un concepto, una idea ejemplar, que todos compartimos acerca de una figura concreta.  Por ejemplo, todas las personas compartimos un arquetipo materno y paterno. Por este motivo la figura de madre y padre se encuentra en cualquier tipo de cultura.

¿Que simboliza la sombra? Cuando nacemos nuestra mente no está dividida, es un todo completo. A medida que crecemos, aparece el Ego, el cual se va separando de este “todo” original que formaba nuestra mente. La función del Ego es diferenciarnos del resto de personas, nos autodefine. Junto con la formación y escisión del Ego, recibimos mensajes de nuestro sistema familiar, directrices conductuales que desde la primera infancia vamos asumiendo. Estos mensajes tienen diversas funciones: adaptarnos al clan, asumir sus valores y prepararnos para ser sociales. La parte negativa de estas funciones es que, comenzamos a reprimir emociones y conductas, para adaptarnos al entorno y ser aceptados por nuestro clan. La aceptación es un concepto de suma importancia, ya que si dirigimos nuestra mirada a la biología, el que era expulsado del clan, bien porque no se adaptaba o no seguías las ordenes de la autoridad, moría. Nuestra información más básica manda el mensaje que,  la no aceptación y rechazo, simboliza muerte. En los niños será instintivo para su supervivencia adaptarse a su sistema familiar, ser aceptados por el padre y la madre, para sobrevivir.

Imaginemos una familia que no tolera muestras de ira, desde la primera infancia llegarán mensajes negativos por parte de los padres cuando,  su hijo saque a la luz esta emoción. Tienen una creencia negativa sobre la ira, y esta creencia pasa a sus hijos sin cuestionar nada, se adaptan y  reprimen la ira para que mama y papa los quieran, los acepte la autoridad del sistema. Esta represión de la ira tendrá graves consecuencias en su desarrollo y relaciones, porque como he dicho antes se reprime, no desaparece.  

Cuando no nos permitimos expresar, o llevar a cabo ciertas conductas, pasan a la llamada sombra. Este concepto no significa algo negativo, sino oculto. La emoción o conducta que pasa a la sombra, se oculta a nuestro entorno y en ocasiones, a nosotros mismos (inconsciente). Aunque la emoción o conducta pase a nuestra sombra, no desaparece, ya forma parte de nuestra mente, así que al no aceptarla, pasaremos a proyectarla en nuestro entorno. Proyectar es ver o señalar cualidades en personas de nuestro entorno, que nos son propias, pero no aceptamos, las reprimimos para, adaptarnos, ser valorados o amados.

Si retomamos el ejemplo de la ira, al pasar esta emoción a la sombra (ocultarla/reprimirla),  la veremos continuamente en nuestro entorno y lejos de comprender la situación que ha desencadenado esta emoción en otra persona, juzgaremos negativamente, recriminaremos e incluso dejaremos de lado amistades, por el simple hecho de no permitirnos experimentar ira, ni tampoco sus funciones (marcar límites, frenar conductas, detectar una situación desagradable y salir de ella). Todo aquello que pasamos a nuestra sombra, por temor a ser excluidos, juzgados o rechazados, toma forma de conflicto. Se repite continuamente, precisamente porque no lo integramos, a pesar de formar parte de nuestra biología.

Reprimir emociones, conflictos, miedos, vulnerabilidad, conlleva no tener lazos emocionales verdaderos, de calidad. Las relaciones auténticas se forjan mostrándonos tal como somos, sin manipulación, ni máscaras sociales. 

Parte del trabajo del acompañante en Bioneuroemoción®, es sacar de la sombra aquellas emociones y conductas que, ocultamos en un momento de nuestra vida para adaptarnos.  Aquello que en el pasado fue una conducta adaptativa, en el presente se manifiesta en un bloqueo conductual que nos produce dolor emocional, nos aísla y desequilibra. Quizá nunca nos hemos planteado que aquello que ocultamos, puede ser de gran ayuda para nuestro desarrollo. Si ocultamos la ira, aparecerá en forma de depresión y tristeza, seremos incapaces de marcar límites y comprender que nos molesta  realmente de una situación. Si ocultamos nuestro potencial para expresarnos y comunicarnos, porque un día nos dijeron pesados o que hablábamos demasiado, nos aislaremos, no podremos expresar lo que sentimos y experimentaremos emociones de incomprensión por parte de nuestro entorno. 

Lo que aceptas te cambia, lo que niegas te somete. Carl Gustaf Jung.